sábado, 6 de septiembre de 2014

LA CARTA A GARCIA

PRINCIPIOS BASICOS













UNA CARTA A GARCIA

Hay un hombre cuya actuación en la guerra de Cuba culmina en los horizontes de mi memoria como culmina un astro en su perihelio.

Sucedió que cuando hubo estallado la guerra entre España y los Estados Unidos, palpóse clara la necesidad de una inteligencia inmediata entre el Presidente de la Unión Americana y el General Calixto García. ¿Pero cómo hacerlo? Hallábase García en esos momentos, Dios sabe dónde , en alguna serranía perdida en el interior de la isla...Era preciosa su cooperación. Pero ¿Cómo hacer llegar a sus manos un despacho? ¿Qué hacer?

Alguien dice al Presidente: -Conozco a un hombre llamado Rowan. Si alguna personal en el mundo es capaz de dar con García es él: Rowan. Se busca a Rowan y se le confía la carta que ha de llevar a García y ... nada más. 

Cómo el sujeto que lleva por nombre Rowan toma la carta, gúardala en una bolsa que cierra contra su corazón, desembarca a los cuatro días en las costas de Cuba, desaparece entre la selva primitva para reaparecer de nuevo a las tres semanas al otro extremo de la isla, habiendo cruzado territorio hostil y habiendo entregado la carta a García, cosas son que no tengo especial interés en narrar aquí. El punto sobre el cual quiero llamar la atención es este: Mc Kinley da a Rowan una carta para que lleve a García. Rowan toma la carta y no pregunta: ¿En dónde podré encontrarlo?"

Por Dios vivo! que haya aquí un hombre cuya estatua debería ser vaciada en bronces eternos y colocarle en cada uno de los colegios del universo. Porque lo que debe ser enseñado a los jovenes no es esto, o lo de más allá, sino vigorizar, templar su ser integro para el deber, enseñarlos a obrar prontamente, a concentrar sus energías, a llevar la Carta a García.

El General García ya no existe. Pero hay muchos Garcías en el mundo. No alienta un solo hombre de los metidos en empresas y que necesiten de la colaboración de muchos que no se haya quedado alguna vez estupefacto ante la imbecilidad del común de los hombres, ante su abulia.

Inatención culpable, trabajo a medio hacer, desgreño, indiferencia, parecen ser la regla general... Sin embargo, no se puede tener éxito si no se logra por un medio o por otro obtener la colaboración completa de los subalternos, a menos que Dios en su bondad obre un milagro y envie un Angel de Luz como ayudante.

El lector puede poner a prueba mis palabras: llame a uno de los muchachos y empleados que trabajan a sus ordenes y digale: "Consulte usted la enciclopedia y haga el favor de sacarme un extracto de la vida de Corregio".¿Cree usted que su ayudante le dirá: " Si señor" y pondrá manos a la obra?

Pues no lo crea. Le lanzará una mirada vaga y le hará una o varias de las siguientes preguntas ¿Quién era él? ¿En qué enciclopedia busco eso? ¿Está Ud. seguro de que eso está entre mis deberes? ¿No será la vida de Bismark la que usted necesita? ¿Por qué no ponemos a Carlos a que busque eso? ¿Necesita Ud. de ello con urgencia? ¿Quiere que le traiga el libro para que usted mismo busque allí lo que necesita? ¿Diga para qué quiere saber eso?

Y apuesto diez contra uno a que después de que usted haya repondido integramente el anterior cuestionario y haya explicado el modo de verificar la información y para qué la necesita usted, el prodigioso ayudante se retirá y buscará otro empleado que le ayude a buscar a García y regresará luego a informarle que tal hombre no existió en el mundo.

Puede suceder que yo pierda mi apuesta pero si la ley de los promedios es cierta, no la perderé. Y si usted es un hombre cuerdo no se tomará el trabajo de explicarle a su ayudante que corregio se busca en la C y no en la K, se sonreirá usted suavemente y le dirá "Dejemos eso" Y buscará usted personalmente lo que necesita averiguar... Esta incapacidad para la acción independendiente, esta estupidez moral, esta atrofía de la voluntad, esta mala gana para coger y remover por si mismo los obstáculos, es lo que retarda el bienestar colectivo de la sociedad. Y si los hombres no obran para su provecho personal, ¿qué harán cuando el beneficio de su esfuerzo sea para todos?

Se palpa la necesidad de una capataz armado de garrote. El temor de ser despedidos el sábado por la tarde es lo único que retiene a muchos trabajadores en su puesto. Ponga usted un aviso solicitando un secretario, y de cada diez postulantes, nueve no saben ni ortografía, ni puntuación.

¿Podrían tales gentes llevar la carta a García?


En cierta ocasión decíame el jefe de una gran fábrica:-¿Ve usted a ese contador que está allí?-¿Lo veo, y qué? Es un gran contabilista: pero si lo envío a la parte alta de la ciudad con cualquier objeto puede que desempeñe su misión correctamente; pero puede también que en su viaje se detenga en cuatro cantinas, y al llegar a la calle principal de la ciudad haya olvidado absolutamente a qué iba. ¿Podría confiársele a tio semejante la carta para García?

En los últimos tiempos es frecuente oír hablar con gran simpatía del pobre trabajador víctima de la explotación industrial; del hombre honrado, sin trabajo, que por todas partes busca inúltilmente en qué emplearse. Y a todo esto se mezclan palabras duras contra los que están arriba, y nada se dice del jefe de industria que envejece prematuramente luchando en vano por enseñar a ejecutar a otros un trabajo que ni quieren aprender ni les importa; ni de su larga y paciente lucha con colaboradores que no colaboran y que sólo esperan verlo volver la espalda para malgastar el tiempo. En todo almacén, en toda fábrica, hay una continua renovación de empleados. El jefe despide a cada instante a individuos incapaces de impulsar su industria, y llama a otros a ocupar sus puestos. Y esta escogencia no cesa en tiempo alguno, ni en los buenos ni en los malos. Con la sola diferencia de que cuando hay escasez de trabajo la selección se hace mejor; pero en todo tiempo y siempre el incapaz es despedido: la ley de la supervivencia de los mejores se impone. Por interés propio todo patrón conserva a su servicio los más hábiles:aquellos capaces de llevar la carta a García.

¿A que clase pertenece usted?


El director general o jefe de la policia de Buenos Aires ha querido dar, según leemos en la prensa de aquella gran metropolis una eleccion educativa a sus subordinados para establecer las condiciones que, a su juicio, constituyen el verdadero merito para lograr un ascenso. Sobre los años de servicio pone las aptitudes; doctrina esta se ha popularizado por medio del siguiente apotegma: “Aptitud Duple Antiguedad”.

A fin de establecer lo que entiende por aptitudes superiores. El jefe de la Policia Bonaerense ha escrito un dialogo a la manera plotonica; lo ha hecho escribir en grandes carteles murales y lo ha mandado a fijar en todos los cuarteles de su mando. He aquí el dialogo.

--Que hay?

--Señor director, ayer fue nombrado X para ocupar la vacante de Z, y X es de 16 años mas joven que yo.

El director le interrumpe.

--¿Quiere usted averiguar la causa de ese ruido?

El empleado sale a la calle y regresa diciendo: --son unos carros

--¿Que llevan?

Despues de una nueva salida el empleado vuelve diciendo:

--unas bolsas. --¿Que contienen las bolsas?

El empleado hace otro viaje a la calle y vuelve diciendo:

- - no se lo que tienen. – ¿A donde van?

Cuarta salida y responde: - -va hacia el este.

El director llama al jove X y le dice: - - ¿Quiere averiguar la causa de ese ruido?

El empleado X sale y regresa cinco minutos despues manifestando: - - son cuatro carros cargados con bolsas de azucar, forman parte de quince toneladas que la Casa A remite a Mendoza. Esta mañana pasaron los mismos carros con igual carga. Se diregen a la estacion Catalinas; van consignados a....


El Director, dirigiendose al empleado antiguo dice:


- - ¿ha comprendido usted?

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